nota: o texto seguinte, analisando a situação espanhola, acaba por descrever de modo lapidar o que se passa em Portugal com a maioria PSD-CDS a conservar toda a legislação fracturante de Sócrates, embora sabendo que foi eleita por muitos iludidos pelo canto de seria do «mal menor» ou do «voto útil», para cujos perigos em devido tempo o PPV alertou, oferecendo-se como a única verdadeira alternativa para quem assume de forma consequente a defesa plena dos valores cristãos!
La ofuscación ideológica interviene luego; y el defensor de la vida puede, incluso, llegar a la conclusión racionalmente absurda de que, en la cuestión del aborto, el partido conservador representa «el mal menor»; y que, por lo tanto, entre el «aborto de izquierdas» y el «aborto de derechas» debe optarse por el segundo. Pero el principio de que es lícito elegir un mal menor vale en determinados casos; no así en caso de error moral, donde no es posible elegir el «menor error». El error mezclado con medias verdades, o con morigeraciones hipócritas, es infinitamente más perverso que el error craso, pues el segundo provoca en la conciencia un repudio inmediato, mientras que el primero la ayuda a «contemporizar». Dos y dos son cuatro, no cinco ni veintisiete; si quien sabe que son cuatro se pone de parte de quienes afirman que son cinco, por no dar la razón a quienes afirman que son veintisiete, hace mucho más daño, pues el «error menor» puede llegar a ser asimilado mucho más fácilmente por las conciencias que el error craso; y la aceptación del «error menor» es condición indispensable para que, a la larga, el error craso se imponga y triunfe. Por eso el «aborto de derechas» es más útil al abortismo que el propio «aborto de izquierdas». La caracterización balmesiana vuelve a demostrarse infalible.
Decía Balmes que los partidos «de instinto moderado y sistema conservador» se convertían a la postre en conservadores «de los intereses creados de una revolución consumada y reconocida»; y que, a la postre, resultaban más útiles a la Revolución que los propios partidos revolucionarios.
Así ocurre en la cuestión del aborto, donde vemos cómo el partido conservador se convierte, mientras gobierna, en conservador de los «avances» del partido socialista, para que luego el partido socialista pueda seguir «avanzando» tan ricamente, en la seguridad de que el partido conservador conservará las cosas en el exacto punto en el que él las dejó.
Así ocurre en la cuestión del aborto, donde vemos cómo el partido conservador se convierte, mientras gobierna, en conservador de los «avances» del partido socialista, para que luego el partido socialista pueda seguir «avanzando» tan ricamente, en la seguridad de que el partido conservador conservará las cosas en el exacto punto en el que él las dejó.
La ofuscación ideológica interviene luego; y el defensor de la vida puede, incluso, llegar a la conclusión racionalmente absurda de que, en la cuestión del aborto, el partido conservador representa «el mal menor»; y que, por lo tanto, entre el «aborto de izquierdas» y el «aborto de derechas» debe optarse por el segundo. Pero el principio de que es lícito elegir un mal menor vale en determinados casos; no así en caso de error moral, donde no es posible elegir el «menor error». El error mezclado con medias verdades, o con morigeraciones hipócritas, es infinitamente más perverso que el error craso, pues el segundo provoca en la conciencia un repudio inmediato, mientras que el primero la ayuda a «contemporizar». Dos y dos son cuatro, no cinco ni veintisiete; si quien sabe que son cuatro se pone de parte de quienes afirman que son cinco, por no dar la razón a quienes afirman que son veintisiete, hace mucho más daño, pues el «error menor» puede llegar a ser asimilado mucho más fácilmente por las conciencias que el error craso; y la aceptación del «error menor» es condición indispensable para que, a la larga, el error craso se imponga y triunfe. Por eso el «aborto de derechas» es más útil al abortismo que el propio «aborto de izquierdas». La caracterización balmesiana vuelve a demostrarse infalible.